Nuestro posicionamiento es considerar el acto de Educar como la acción de fomentar a través de
un proceso social, la actuación del ser humano, como agente
de su propio desarrollo, tendiente a lograr la más cabal realización de
sus potencialidades.
La Educación
Biocéntrica, parte de un nuevo paradigma de las Ciencias Humanas: elPrincipio
Biocéntrico, donde la educación se organiza en función de la vida.
Plantea que “para aprender
a vivir es
preciso aprender a sentir, amar, acariciar, respetar, proteger, ayudar,
compartir, escuchar, desarrollar contenidos vinculados especialmente a vivir
bien y a cultivar relaciones afectivas y saludables”.
Así Rolando
Toro, expreso su mirada en la educación: “Mi proyecto personal es
muy ambicioso: obtener una nueva generación de niños libres, amados y felices,
capaces de tener un nuevo estilo de vida con costumbres de salud y de
convivencia. La calidad de vida no viene del éxito social o económico, sino de
la conexión profunda con la vida.” Rolando Toro
La Educación
Biocéntrica utiliza como mediación el Sistema Biodanza, a
través del cual se expresan y desarrollan los potenciales genéticos de
vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia que conducen a
la alegría de vivir, a la percepción de lo más sutil y esencial, a la expansión
de conciencia y empatía o capacidad de amor infinito.
La Educación Biocéntrica propone el cultivo de dos grandes ámbitos
de aprendizaje:
1. El
aprendizaje intelectual, de habilidades y conocimientos que desarrollen el
pensamiento conceptual. Los
niños deben iniciar en la escuela el proceso de aprendizaje cultural, lectura,
escritura, aritmética, artes, preparación básica para descubrir los secretos de
la naturaleza y penetrar en las disciplinas científicas, tecnológicas y
humanísticas.
2. El
crecimiento personal que permita la expresión de la identidad y la integración
afectiva. Aprender
a vivir, a ser feliz y a vincularse afectivamente: Este segundo objetivo está
totalmente ausente en la escuela tradicional. No existe un programa para
desarrollar la inteligencia afectiva, la identidad.
Estos dos
ámbitos deben cultivarse en íntima relación, tanto
en el aspecto metodológico como en el de las relaciones humanas.
Nuestra civilización necesita con urgencia un nuevo tipo de ser humano. Los
niños deben “aprender a vivir”.
No se trata, por lo tanto, de cultivar sólo el intelecto, sino
esencialmente el desarrollo de la afectividad. Para alcanzar este objetivo es
necesario que los niños, desde pequeños, aprendan
a vivenciar, es decir, a sentir con intensidad aquí y ahora su experiencia con
la vida.
La base
de la Educación Biocentrica reside en reconocer la afectividad de la
inteligencia, ya que posee elementos de conciencia, valores y compromiso,
cuyo origen es el vínculo. Rolando
Toro lo fundamenta a través de los siguientes relatos:
“En realidad, la inteligencia forma parte de todas nuestras
funciones y de nuestra historia existencial. Pensamos no solamente con el
cerebro, sino con todo nuestro cuerpo. (…) Pienso que el factor permanente que
integra y da estructura a la inteligencia como función global es la
afectividad. (…) La Inteligencia Afectiva no es un tipo especial de
inteligencia. Todas las formas diferenciadas de inteligencias: motora,
espacial, mecánica, semántica, social, etc, tienen una fuente en común: la
afectividad.”
“La génesis
biológica de la línea de la Afectividad está relacionada en el instinto de
solidaridad dentro
de la especie a la capacidad de empatía (identificarse con el otro) a los
impulsos gregarios, a las tendencias altruistas y a los ritos socializantes. La
biología celular demuestra la existencia de verdaderas comunidades de células
que integran algunas operaciones bioquímicas de cooperación entre sí. Los
sistemas vivos son potentes mecanismos de coherencia en los cuales funcionan
los principios de afinidad, de rechazo y en los cuales cada parte se coloca al
servicio de la unidad biológica.” (Toro, 2002, p.89)
Sabia y poéticamente Rolando Toro dice en el Encuentro de
Biodanza realizado en Carlos Paz, el 19 de agosto de dos mil seis:
“La conciencia ética sale del corazón. No se llega por la
exacerbación de la razón, sino por el corazón.”